jueves, 29 de marzo de 2012

Nada.

El viento no es nada si no viaja en él tu risa,
el sueño no es nada sin un beso
que despida nuestras almas hasta el próximo encuentro
en la madrugada de una noche cualquiera,
de un lugar sin nombre donde tú te encuentras,
soñando tus sueños, soñando princesas
viviendo tus cuentos, tus vidas, tus metas
sin saber, que en algún lugar lejano
ella acude de nuevo a la cita, soñando que la besas.

sábado, 24 de marzo de 2012

Deseo.

Te comería a besos sin parar a tomar aliento, pero me matarías si lo intentase.
Te dedicaría mil y una poesías cada día, pero tú no las leerías.
Pasaría horas mirando tu cuerpo, pero tú no me dejarías.

Jueguemos a que me quieres.
Caminaría contigo de la mano, te dedicaría sonrisas, pasaría noches enteras acariciando tu cuerpo, disfrutaría contigo tus pasatiempos… Durante el día seríamos la pareja perfecta para el mundo, en la noche… En la noche seríamos sólo tú y yo, con la Luna como único testigo de nuestros pecados.

Bonita utopía.

lunes, 19 de marzo de 2012

Ocho letras

Ocho letras, tres sílabas, dos palabras.

Todo el mundo sabe a qué me refiero. A veces se le añade delante un Yo. Pero no quiero decirlo, estoy harta del Yo, llevo toda la vida diciendo Yo y ya me he cansado. Me he cansado de ser un sólo pronombre, dos letras egoístas e imitadas por todo el mundo allá donde alcanza la vista. Ya no quiero ser un yo. Tengo claro lo que quiero ser, y quiero ser Yo, pero también, quiero ser y decir tú. ¿Cómo pasar del yo al tú? ¿De ser yo a ser, simple, llana y perfectamente, él? Tampoco quiero, porque hay una conjunción que nos separa, que nos ata y nos angustia, encadenándonos a vernos sin poder tocarnos, hasta el fin de la frase.

Porque yo quiero ser una palabra más larga. Nada como esteatopíjico o esternocleidomastoideo. Tan sólo ocho letras, en una sola palabra. Te daré una pista: comienza con la negación, la negación de estar separados. Nosotros.

¿Por qué no serlo? Desligarnos de la conjunción, de la coma, del infinito espacio que con separa entre las líneas, para ser uno sol, parte de una misma palabra, del mismo conjunto, de la misma vida.

Tan sólo son ocho letras lo que quiero ser, y sin embargo no son tan diferentes de esas otras ocho letras que todo el mundo conoce. ¿Cuánta gente las ha dicho? O mejor, ¿Acaso hay alguien que no? ¿Cuánta gente las ha gritado, susurrado, escrito, besado?… ¿A cuántos de vosotros se os ha escapado, en un suspiro, en una noche cualquiera?

Y aún así, a pesar de haber sido reiterado tantas veces, no empieza a ser vulgar.

Dos palabras, ocho letras, es sencillo, ¿no?

¿Y por qué entonces me cuesta tanto decírtelo? ¿Por qué, cuando de sobra sé que quiero dejar de ser yo y acercarme al tú, para abandonar el mundo monosilábico y convertirme, contigo, en un nosotros?

Ocho letras, tres sílabas, dos palabras.

Te quiero.