miércoles, 19 de diciembre de 2012

Para esos locos como tú y como yo.


Quisiera dedicar unas líneas a esas perdonas comprendidas por pocos, esas a las que les suelen mirar extrañados, preguntándose si están locos, esas de las que estamos rodeados sin darnos cuenta. Quisiera dedicar unas líneas a los románticos.
Pero no quiero dedicárselo a esos románticos amantes que se besan en cada lugar que encuentran, en el metro, en el bar donde toman algo con sus amigos, en la calle, no me refiero a esos románticos.
Me refiero a esos románticos que cuando les preguntaron de pequeños qué querían ser respondieron veterinario, o barrendero, o camionero  o marinero; y que hoy en día no lo son (o sí), pero tienen un trabajo igual de poco común y romántico. Me refiero a esos locos que cuando decidieron qué carrera querían estudiar ellos eligieron estudiar filología clásica (¿filoqué? ¿Y eso qué es lo que es? ¿Sirve para algo?). Aunque no sirviera para nada, aunque tuviera aproximadamente las mismas salidas que opositar a princesa de cuento, porque esos locos decidieron estudiar lo que les gustaba y luego ya se verá. También me refiero a esos locos que de pequeños decían que querían estudiar veterinaria y cuando crecieron lo siguieron queriendo, a pesar de que fueran más años, que significara quedarse sin vida social y tener los codos (y las rodillas) pelados, a pesar de que tuvieran que esperar otro año más para entrar en la carrera porque joder no me ha dado la nota y yo no quiero hacer otra cosa.
También va para esos locos que les gusta mucho el fútbol, pero mucho, mucho, y son seguidores del Atleti. Porque también son ellos los que dicen eso de este año sí que sí, este año ganamos al Madrid y de esos que son fans de Torres. En resumen, son de esos que les gusta sufrir, que para qué ser fan de un equipo que gana siempre, ¿dónde está la gracia? Estas líneas van para esos que animan a Pedro Martínez de la Rosa en la Fórmula 1.
También van dedicadas a esos locos que pasan horas en la cola de una tienda esperando el lanzamiento de un disco, aunque lo pudieran comprar sin espera apenas diez minutos después de la apertura ( o descargarlo), ellos lo quieren los primeros. Para esos locos que les flipan los idiomas o las lenguas muertas y te sueltan un latinajo con una sonrisa de oreja a oreja y los ojos brillantes. Para los locos que les encanta la historia, o la física y se maravillan con cosas en las que tú ni siquiera te fijas. Para los locos que discuten sobre arte en la barra de un bar y gritan palabros extraños antes de echarse a reír. También va para esos que adoran leer y se vuelven locos por un libro, hasta el punto que cualquier cosa les recuerda a él.
Para todos vosotros, locos de a pie de calle, van estas líneas. También van para mí, por muchas cosas que no me avergüenza confesar.

jueves, 6 de diciembre de 2012

Mi padre

Mi padre hace, es y tiene muchas cosas, no todas buenas, pero tampoco todas malas. Squirrel, este texto es para ti, para la Squirrel del futuro, para que cuando lo leas recuerdes lo que te motivó a escribirlo y te acuerdes de esos motivos por los que tienes que quererle, que a veces se te olvidan.
Él, mi padre, tu padre, se llama Á, aunque él siempre lo escribe sin tilde y tiene un apellido que no voy a poner aquí, pero es algo del clero y tú también lo llevas como apellido.
Él es alto (como tú), calvo salvo por algunos pelos en la parte de atrás de la cabeza que le harían parecer un monje si no fuera porque se parece a todo menos a un monje (gracias al cielo ya no tiene pelo en el flequillo), tienes los ojos marrón oscuro, la nariz grande (como tú) al igual que las orejas (como tú). Tu padre es un tío grande, tiene una gran barriga que por mucho que tú y tu hermana os empeñéis nunca conseguiréis que pierda, tiene las manos grandes (como vosotras) y también los pies (como vosotras).
Él es siempre el alma de la fiesta, sonríe mucho y siempre está contando chistes o gastando bromas, haciéndote ataques de cosquillas por sorpresa y cantando donde quiera que vaya. Cuando está contento nadie puede pararle, aunque hace un tiempo que ya casi nunca está contento. También tiene sus cosas malas, se enfada mucho, por cualquier cosa, y tiene un genio malísimo (recuerda la única vez en tu vida que te ha pegado, lloraste durante horas y aún debes tener la marca en el trasero del azote que te dio). Es muy entusiasta y se deja guiar mucho por las modas, sobre todo por lo que tengan, hagan o les guste a sus hermanos (a los que adora sin condiciones).
Siempre llega pronto a los sitios, (al contrario que tú) aunque el resto lleve cuarenta años llegando tarde. Es tan bueno que muchas veces parece tonto (mira, como tú) y lo da todo por la gente a la que quiere, aunque no paren de decepcionarle una y otra vez. Le gusta cantar (como a ti) y arrancarse a bailar en las celebraciones familiares, aunque sepa de sobra que lo hace de pena (sí, también como tú).
Le gusta el bricolaje, el fútbol, los deportes de motor y todo tipo de deporte salvo el golf y esas tonterías de ricos (también compartís ese gusto en concreto). Se ha pasado años yendo a buscarte a cada entrenamiento de fútbol y viendo cada partido, aguantando todas las derrotas y dándote un abrazo al terminar, frecuentemente acompañado de un lo has hecho genial, qué pena que el resto sean unos paquetes, aunque el paquete eras tú. Le gustan muchas cosas que tú no entiendes, como la agricultura, las máquinas o su trabajo. Su trabajo, él es un hombre enamorado de su trabajo, aunque sufre, no descansa y le está desgastando poco a poco. Pero él es feliz porque se recorre el país con su camión y puede ver paisajes que ni siquiera llegas a imaginar.
Últimamente él ya no disfruta tanto de los grandes placeres, ni tampoco de los pequeños, ya no empieza ataques de cosquillas ni sonríe demasiado, porque está pasando por el segundo peor periodo de su vida y no tiene ganas de ser feliz. Por todas estas razones y por muchas más recuerda, Sorita del futuro, que eres igual que él y él es igual que una persona que ya no está, tan igual que muchas veces le miras y tienes ganas de llorar. Recuerda que te quiere y se sacrifica por ti más de lo que puedas imaginar. Recuerda que tienes que valorar a un padre porque de una semana a otra puedes perderlo y entonces ya será demasiado tarde para arreglarlo.