Hoy hace
cinco meses y ocho días que vine a vivir a Roma. No sé muy bien por dónde
empezar.
Han sido
cinco meses tan llenos de cosas que ni aunque escribiera un post cada día
durante otros cinco meses lograría contarlas todas, pero hagamos un pequeño
recuento de algunas de ellas.
Ciento
sesenta y un días, con sus ciento sesenta y una noches, un cuatrimestre de
universidad, un curso de italiano, ochenta y dos amigos más en facebook,
algunos menos de los de verdad, un dineral que no quiero contar gastado en
alquileres, una mudanza, siete visitas a los museos vaticanos, tres al Coliseo,
cinco viajes, otros dos más para España, el sueño cumplido de vivir en la
ciudad eterna, algunos de los mejores momentos de mi vida, también algunos de
los peores.
Esto es
todo y nada, puedo explicar lo que sentí al llegar aquí más perdida que nunca,
con los sueños en un puño y el miedo escondido en el bolsillo, podría deciros a
qué supieron las lágrimas de felicidad al alzar la cabeza y rozar el sueño,
podría escribir miles de palabras y siento que no lograría explicar nada.
Aún así
probaré a ello, porque sé que os interesa, sé que seguís visitándome para ver
si actualizo (¡después de cinco meses sin una palabra!), os merecéis saber
algunas de las historias que me muero por contar.
Bienvenidos
de nuevo.