viernes, 22 de marzo de 2013

La gripe


La gripe no es una enfermedad, es una putada. Especialmente cuando no es una gripe gorda, algo realmente fuerte, vamos, la mayor parte de los casos. Cuando la gripe es fuerte mereces reconocimiento, que te traten de pobrecito, te arropen con la manta y te den un zumito de naranja recién exprimido. Ni qué decir que estás totalmente eximido de ir al trabajo.

Por desgracia la mayor parte de las veces no es así. Casi siempre es una gripe tonta, un resfriado, unas molestias causadas por pasar una noche en la calle en manga corta o no ponerte la bufanda que te dijo tu madre. Entonces los síntomas son los mismos, pero menos graves.
Qué bien, ¿no?  ¡Y una porra! Una gripe leve es cien veces peor que una grave. ¿Por qué? Porque una pequeña gripe no te da derecho a nada. Si es solo un resfriado, tú mismo puedes levantarte a las seis de la mañana, tomarte un desayuno que no quieres para tomarte la primera pastilla del día y las que te quedan. Luego tienes que ir al trabajo, o a clase, y estudiar, o cuidar a los niños, hacer la compra, la comida, limpiar la casa y todo ese tipo de tareas que te repatean hasta el infinito. Por supuesto nadie te trata de pobrecito sino más bien de cállate ya, quejica y no hay zumo recién exprimido, ni mantas, ni mimos.

Una pequeña gripe es como una resaca. La sociedad te considera un despojo, algo a lo que hay que evitar acercarse, tienes un dolor de cabeza tremendo y tu cerebro rueda de un lado al otro del cráneo esperando que le pongan un stop. Una gripe es como haberte pillado el moco del siglo, solo que sin pillártelo, porque los mocos ya los tienes en la nariz.

Cuando tienes la gripe roncas como los borrachos que se desloman en la cama y no levantan hasta diez horas después, solo que no consigues dormir más de tres horas. Al no dormir te levantas a la mañana siguiente con unas ojeras por las que pueden circular camiones, exactamente igual que en un día de resaca tras una gran fiesta. Sólo que sin la siesta.

Cuando tienes una pequeña gripe vagabundeas como un moribundo por la casa, de la cama al sofá, del sofá al ordenador, del ordenador a la cocina, de la cocina al sofá, del sofá a la cocina y de la cocina de nuevo a la cama. No sabes qué hacer, todo te molesta, abres una y otra vez el frigorífico en busca de algo de comida que no te apetece comer. ¿No os recuerda a algo? Exactamente, a un buen día de resaca.

En realidad vengo a contaros todo esto porque he sacado una gran moraleja. Si vais a coger una gripe por no poneros la bufanda que os dijo vuestra madre, el chambergo de vuestra abuela, el paraguas que os recordó vuestro padre… Aprovechad la noche, pasáoslo bien y cogeos un moco de campeonato, que los mocos y la resaca los vais a tener de todas formas a la mañana siguiente.

jueves, 14 de marzo de 2013

La gran creación del dios del amor

Creo que ya lo he dejado caer lo suficiente por aquí, lo he introducido sutilmente en vuestra mente, pero no puedo soportarlo más. Lo siento, no tengo la suficiente paciencia, tengo que declararlo públicamente, aún a riesgo de que os produzca un auténtico shock.
Allá voy.
Agarraos fuerte a la silla
Os he avisado, no quiero problemas.
Aquí viene:


Las lentejas son el plato del amor por excelencia.

¿Seguís vivos?
Todo esto tiene una explicación, claro que sí, una explicación preciosa que narró Hesíodo muchos siglos atrás. Yo no llegué a ella hasta hace muy poco, aunque en mi interior siempre supe que las lentejas eran amor, amor del bueno.

Os haré un favor, voy a narraros la historia:

Sabéis que Eros, dios del Amor por excelencia, era hijo de Afrodita, diosa de la belleza femenina, no podía ser de otro modo. Entonces vosotros pensaréis que Afrodita fue quien le enseñó a Eros a preparar lentejas y él le lanzó una de sus flechas y blablablá, convirtió el plato en mor con tropezones.

No, siento desilusionaros pero Afrodita no tenía ni puñetera idea de hacer lentejas, ella era más de marisco, almejas y tal. La historia proviene de la adolescencia de Eros, que cuando estaba en la edad del pavo su madre andaba por ahí de concurso de belleza en concurso de belleza, provocando guerras de pretendientes y lo que no son pretendientes (¿Os suena la guerra de Troya? Pues fue todo culpa de un complot de Afrodita y su prima la del pueblo, Helena de Troya).

Entonces el pobre Eros estaba enfurruñado con su madre (y con razón) porque esta le hacía menos caso incluso que a su marido. Su marido, por si no lo sabéis, es Hefesto, un viejo así como no muy agraciado, cojo, bizco, miope y encima no tenía un trabajo con demasiado glamour, era herrero (y ya sabes, en casa de herrero... cuchara de palo). Bien, pues como Afrodita era una zorra y tenía al pobre marido y al hijo abandonaicos estos dos se juntaron, que si Hefes hazme una flecha que he visto por ahí a un dios rubio con un arpa y a una ninfa que me han caído mal, que si Eros anda dispárale a esa mulata que me pone cachondo... Cosas de familia, ya se sabe.

Entre martillazos y flechazos fue surgiendo el cariño y tal y se convirtieron casi en martillo y carne (de hecho una vez que Eros intentó probar qué era eso de la metalurgia y la fundición fue el martillo quien probó su carne). Pero bueno, no me voy a desviar, el caso es que en casa de Hefesto comían con cubiertos de palo y la comida preferida de Hefesto eran las alubias. Todos los días se comían alubias en casa de Hefesto (así daba gusto lo bien que se avivaba el fuego de la forja) y Eros después de pasar semanas enterad comiendo alubias dijo, '¡Voy a cocinar yo!' Y pensó en un plato que le pudiera gustar a su padrastro. Pensando y pensando se le ocurrió que la comida que más le tenía que gustar a Hefesto debía tener mucho, mucho hierro.

Y catapúm, inventó las lentejas! A Hefesto le encantaron, desde luego, y al ser la comida inventada por Eros, no cabe ninguna duda de lo que tenían que ser: Las lentejas se han convertido mundialmente en la comida de los enamorados.

Ya sabéis, queridos niños y niñas, quien de lentejas de alimenta, ¡mantiene la p.... el alma contenta!

Dedicado a un acompañante anónimo.

sábado, 9 de marzo de 2013

La internacionalidad de España


Esta es la historia de un episodio vergonzoso y paranormal que ocurrió en el viaje de fin de curso de Squirrel. Originales entre los originales, fuimos de viaje a Italia y es allí donde ocurrió este episodio para olvidar.
[¿Y si es un episodio para olvidar por qué lo cuentas?]
Porque quiero que os percatéis del legado que España está dejando en el extranjero.
La historia sucede en una ciudad cualquiera, a los pies del Coliseo, donde Squirrel y un acompañante anónimo caen en el poder del souvenir barato.
-Scusi, ¿cuánto cuesta eso?
- Ciao belle ragazze, di dove siete?
-¿Perdón?
-Di do-ve sie-te?
-Ahhh- exclaman las turistas, que parecen entender- España
- Ohh Spagna, che bello! Me gusta Spagna *inserten aquí voz de italiano con acento argelino tratando de hablar español* ¿Dónde sois? ¿Madrid o Barselona?
[Atención, para todo extranjero no hay más lugares que estos, con la leve concesión de Mallorca y Benidorm. Pero claro, ¿quién iría a Italia pudiendo permanecer en Benidorm?]
-De Madrid.
-Me gusta, me gusta. Sai che cos’è lo che più  me gusta della Spagna?
 [Atención, señores, momento álgido]
-Il pecadorrr de la prradera!
[Acuérdense de insertar voz de italiano con acento argelino hablando español e imitando la forma de hablar de ese pecador(rr) de la pradera]
 Sapete chi è, vero?
- Sí… claro… Chiquito de la calzada…
Jaaarrrrr!
Squirrel y su acompañante anónimo recogen la quijada del suelo y se marchan. Mirándolo por el lado bueno, no han comprado souvenirs.

Señoras, señores, desde aquí hago un llamamiento para que llevemos al extranjero españoladas un poco más decentes que olé, fiesta, siesta, paela, loco de la pradera.
Por caridad, señores, por caridad. 

domingo, 3 de marzo de 2013

Torpe


“Del latín turpis. Que se mueve con dificultad. Desmañado. Rudo, lento en comprender.”
Esta es la definición que da la RAE de torpe, aunque todos tenemos nuestra propia definición. Hoy vengo con mi propia definición de persona torpe.

Torpe:
“Del latín Ostia que me matus. Dícese de aquella persona que no es capaz de dar dos pasos sin besar el suelo, despistado, frecuentemente con más dioptrías que cuello tiene un pavo. Capaz de acabar con los nervios de la más paciente madre.”

Los torpes son una especie aparte, igual que los historiadores (quizá hable de ellos en otra ocasión), tienen su propio lugar en el mundo y deberían tener su propia hornacina en el cielo, a ser posible a ras de suelo, para que no se hagan demasiado daño al caer.

Los torpes son personas que al principio caen bien, pueden inspirar ternura y pensamientos del tipo ohh, qué mono, voy a ayudarle, pobrecico, esta reacción se acentúa si el sujeto torpe es mujer, y se multiplica si este sujeto tiene cierta belleza. En cambio si el observador es mujer el sujeto femenino torpe será objeto de envenenadas críticas mentales. Más adelante, cuando se convive con un torpe en cuestión la ternura va desapareciendo para dar paso a la exasperación, incluso al odio. Y claro, es que no tiene demasiada gracia que tras pasar dos horas cocinando llegue el torpe y tire todo el contenido de la cacerola al suelo en un increíble movimiento acrobático para no acabar besando el suelo.

Esa es otra habilidad de los torpes, tienen el centro de gravedad de su cuerpo en algún lugar situado fuera de él, por lo que suelen hacer gala de una habilidad acrobática impresionante para finalmente, acabar en el suelo de todas maneras. El suelo es el mejor amigo de los torpes, cuenta la leyenda de una mujer que se casó con un torpe y al volver de la luna de miel pidió el divorcio porque decía que besaba al suelo más que a ella.

Los torpes suelen tener también otras características añadidas, suelen ser despistados, olvidadizos y a veces también suelen ser inteligentes, convirtiéndose en objeto de burlas desde la más tierna guardería. Sí, son los típicos frikis de película. Sin embargo también hay torpes en la vida real, no os creáis, y por ellos hago un llamamiento:
Gente no torpe del mundo, un poco de compasión para los torpes, que aunque llenos de cardenales, también son personas.

Aunque ahora que lo pienso, todo el día  besando el suelo y repletos de cardenales… Os apuesto unas lentejas a que el nuevo papa va a ser el rey de los torpes.


PD: Para que veáis que los torpes también pueden llegar alto en la vida, ahí tenéis al rey,  torpes como él, pocos.