Parad el
mundo que me bajo, soy feliz aquí.
Eso
pensaba mi yo de hace apenas una semana, cuando pasaba en coche por una plaza
de San Pedro desierta, iluminado por la luz de la luna y la paz que sólo se
respira a las cinco de la mañana.
Fue una
imagen fugaz, apenas cuatro, cinco segundos, quizá menos; pero fue mi imagen
ideal. Se clavó en mi mente, me bajó por la garganta, hasta el pecho, y se
instaló allí, impidiéndome hablar. Es una de las imágenes que representará la
felicidad en mis recuerdos, aquellas que casi rozan la perfección. Aunque a
partir de entonces las cosas solo fueran a peor.
En este
tiempo que llevo fuera del nido he aprendido que la vida está hecha de días,
está hecha de veces. Hay días en los que eres feliz, te levantas y nada puede
estropearlo, tienes ganas de comerte el mundo, el día, la noche, el Vaticano.
Hay otros días más tristes, más grises o más anodinos (no, de los negros no voy
a hablar), días que acaban creando un borrón informe en tu memoria hasta que
los acabes olvidando.
La vida,
los días, están hechos de veces, una vez en Roma, una vez en Venezia, una vez en
la facultad, una vez en una sonrisa. ¿Te acuerdas esa vez...? Te dices a ti
mismo. Claro que te acuerdas, son las veces, los momentos que marcan el día, la
época, las veces que te marcan a ti y que, poco a poco, van marcando una vida.
Esas
veces suelen ser inesperadas, diferentes de cómo las planeabas, olvidadas en la
memoria hasta que se revelan como el porqué de un hecho. Hay veces que son lo
mejor que te ha pasado, hay veces que te hunden en la miseria. Hay veces que a
veces son buenas, a veces no tanto, otras veces son las veces peores.
Este
tiempo me ha enseñado (me está enseñando) que esta experiencia, el yo, la vida
(que al fin y al cabo es el resultado de todo), están hechos de días, ahogados
en un millar de veces que se difuminan y mezclan, fijados con precisión en una
imagen imposible de explicar en mil palabras, cerrada a corazones ajenos.
He
aprendido que el hombre es un ser de palabra hecho de las imágenes que forjaron
su vida.